Amados hermanos:
«Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.» — Juan 14: 6
La verdad es una y deja sin efecto toda relatividad. Grafiquemos esto: supongamos que, junto a otras diez familias, cada una en un vehículo, usted viaja hacia una determinada ciudad lejana y desconocida para todos y de pronto se encuentran frente a una gran quebrada, la que presenta diez puentes todos numerados. Presumamos que usted llega a saber que solo el puente cuatro es seguro, pues se lo dijo un viejo conocedor de la zona, persona de mucha confianza y destacado por su nobleza y veracidad, y que los otros están en tan mal estado que, con total certeza, no soportarán la carga de los vehículos.
¿Qué hará usted? Seguramente indicar a todos cuál es el único puente que sirve. No creo que diga: «bueno, yo sé con certeza que el puente cuatro es el único que sirve, pero respetaré la opinión de los demás respecto a los puentes, total soy tolerante y respetuoso; que cada uno siga su propia verdad, su propio puente». Si dice eso, entonces hay algo que anda muy mal con usted, pues sabe que todos los puentes, menos el número cuatro, llevan a la muerte.
Con los cristianos «tolerantes» sucede lo mismo: dejan a los demás seguir sus caminos de muerte, con tal de ser amistosos y «amplios de mente».
El cristiano verdadero, renacido, no puede decir una barbaridad como: «que mi hijo —o amigo o vecino— piense lo que quiera, si es feliz y sincero, está bien». Eso es una barbaridad, un crimen. El cristiano no puede ser relativista y bonachón con los otros respecto a las verdades de Cristo, pues errar en ellas es mortal.
«Libra a los que son llevados a la muerte; Salva a los que están en peligro de muerte.» — Proverbios 24:11
Pastor Sergio Oschilewski Malinowski Iglesia Bíblica Las Condes
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