Queridos hermanos:
Pablo exhorta a Timoteo diciéndole: «El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero.» (2ª Timoteo 2: 6).
Dios me provee de la semilla, pero yo tengo que arar la tierra, quitar las piedras y luego sembrarla. Luego, Dios hará llover sobre ella, la hará crecer, desarrollará sus espigas, las llenará de buen grano y usará del sol para que terminen de madurar. Es ahí cuando Dios me dará inteligencia, fuerzas, salud y acceso a las herramientas necesarias para la cosecha, pero soy yo el que deberá ir, tomar las herramientas y cosechar.
Dios no hará por mí lo que él ha determinado que haga yo, es decir, mis tareas y responsabilidades.
De modo similar, Dios me ha dado al Espíritu Santo, Su Palabra, una línea directa al cielo para acceder al Padre, dones y talentos, salud e inteligencia, una iglesia local, hermanos en Cristo, consejeros espirituales y acceso a prójimos que aún no conocen al Señor como salvador. Lo que Dios quiere que haga con estos elementos está claramente establecido. De hacer mis tareas dependerá mi salud y crecimiento espiritual, pero soy yo el que tiene que tomar las iniciativas y realizar las obligaciones que me han sido asignadas. ¿Seré llamado «buen labrador»? ¿Participaré de abundantes frutos? Depende exclusivamente de mí.
«Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.» — Santiago 1: 22
«Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.» — 2ª Timoteo 2: 1
La gracia es dada, pero soy yo el que debe administrar esa gracia dada, con esfuerzo.
Pastor Sergio Oschilewski Malinowski Iglesia Bíblica Las Condes
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